martes, 6 de diciembre de 2016

Estudio de la lengua española: La interjección.


LA INTERJECCIÓN


Las  interjecciones son palabras y expresiones invariables, que equivalen a una oración exclamativa o interrogativa que no se puede fragmentar; muchas de ellas son frases hechas o fórmuladas de cortesía que se usan convencionalmente. Se emplean para expresar dolor, sorpresa, contrariedad, estados de ánimo diversos, para dar órdenes, manifestar deseos, sensaciones; también se usan para saludar, brindar, despedirse, agradecer, y en la mayor parte de las veces, se escriben entre signos de admiración o interrogación, como !Ay¡,¡ah!, ¡ale!, ¡anda!, ¡bravo¡buu!, ¡caracoles!, etc. 

Las interjecciones no son onomatopeyas, puesto que no imitan sonidos de la naturaleza, más bien, constituyen verdaderos actos de habla.

Papel de la interjección

En todos los ejemplos anteriores vemos que la interjección, aunque no desempeña ningún papel en la oración, está agregada a ella y le añade sus contenidos expresivos. Pero en otros casos la interjección se presenta desempeñando ella misma, por sí sola, el papel de una oración que, por ser imposible diferenciar en ella un sujeto y un predicado, será una oración unimembre-: ¡ay!, ¡oh!. En otros casos, por último, es simple transcripción de un ruido cualquiera por medio de fonemas (tal como se ve, por ejemplo, en las historietas de los tebeos): ¡guau!, ¡crac!, ¡glub!
Algunas interjecciones, en casos muy poco frecuentes, pueden llevar un complemento, sin que por ello se integren en la oración: ¡Ah de la casa!. Pero cuando constituyen oración unimembre pueden contener igual que una oración normal- una proposición, como ocurre en ¡Ay de vosotros, como no cumpláis!

Clasificaciones

A continuación, reproducimos la clasificación que Manuel Seco hace de las interjecciones :

  • Interjección imitativa. Al margen de las oraciones, enquistadas en ellas con entonación independiente y sin formar parte de su engranaje de tal manera que podrían borrarse sin que por ello se alterase en nada la estructura de aquellas-, aparecen a veces palabras o grupos de palabras que establecen un segundo hilo de comunicación, paralelo al de la oración, más directo que esta y reforzador de la misma. Representan con respecto a la oración un papel parecido al de las ilustraciones que acompañan a un texto escrito (sin olvidar que a veces el texto escrito es precisamente la explicación o aclaración del grabado). Cuando decimos: De pronto, ZAS, se me cayó todo encima, la palabra zas, que no pertenece al sujeto (todo) ni al predicado ( de pronto se me cayó encima), es una representación gráfica- a través de una imitación del ruido- del mismo hecho que se está relatando en la oración. Esa palabra es una interjección [imitativa]. 
  • Interjección expresiva. En otros casos, las interjecciones no tratan de dar una imagen de un hecho, sino de expresar una sensación o una emoción del que las pronuncia: ¡AH, qué gusto!; ¡AY, no sabes cuánto lo siento!; No lo tomes tan a pecho, POR DIOS; VAYA, esto sí que no me lo esperaba.
  • Interjección apelativa. Hay otro grupo de interjecciones que sirven, no para comunicar o expresar algo, como las anteriores, sino sólo para iniciar la comunicación, para establecer el contacto con el oyente antes de emitir el mensaje: ¡CHIST!, vengan ustedes por este lado; ¡EH!, acércate más. Se trata, como vemos, de la pura conexión con el prójimo. Es normal que por medio de interjecciones se practique el mero acto social sin otra comunicación- del saludo o la despedida: HOLA, ADIOS, BUENOS DIAS, HASTA LUEGO.
  • El vocativo. La función de abrir o mantener el contacto no solo puede estar desempeñada por una interjección; es más frecuente que se realice por medio de una palabra que designe a la persona con quien queremos comunicar: VOSOTROS, cuidado con abrir la boca; No insistas, FELIPE; MI QUERIDO AMIGO: Contesto a su carta del 25; VALENCIANOS: una vez más me dirijo a ustedes. Esta palabra (o conjunto de palabras) con que nombramos a la persona a quien queremos dirigirnos y que, como las interjecciones, queda al margen de la oración y con entonación independiente de la de esta, se llama vocativo. 
  • Interjección y vocativo aislados. Las interjecciones y más raramente- los vocativos pueden presentarse solos , sin adherirse a ninguna oración: ¡Ay!, ¡Ah!, ¡Dios mío!. En este caso son oraciones unimembres. 
  • Interjecciones por traslación. Por traslación, pueden convertirse en interjecciones palabras o grupos de palabras de otras clases: ¡vaya!, ¡hombre!, ¡demonio!, ¡bueno!, ¡Dios mío!, ¡maldita sea!, ¡pues sí!, ¡buenos días!

También podemos clasificar la interjección en dos tipos:

  • Propia: aquella que se usa exclusivamente como conjunción , como ¡ah!, ¡eh!, ¡oh!, ¡adiós!, ¡es!, ¡uf!, ¡bah!, ¡hala!, ¡ay!, ¡quia!, ¡huy!, ¡ojalá!, ¡olé!, ¡zas!, ¡puf!, ¡ca!, ¡cáspita!, ¡hurra!, ¡tate!, ¡zape!, ¡pchs!, ¡guay!...
  • Impropia: aquella que utilizada como interjección, en su origen era un sustantivo: cáscaras, hombre, demonios, silencio, ánimo, caracoles; un adjetivo: bravo, otra, qué; un verbo : vaya, anda, calla, dale; un adverbio: fuera, despacio, atrás; un grupo nominal: mi madre, su tía.


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